sábado, 28 de enero de 2012

Dónde estábamos y hacia dónde hemos estado yendo.

Analizando el paso por la asignatura "Sistema Económico Mundial" podemos ver la evolución, tanto personal como en lo que a estructuración de conocimientos se refiere, que nos han aportado esto cuatro meses de clase. Y es que al final se trata de eso, de estructuras y de relaciones estructurales, procesos de correlación de ideas. Si algo me ha aportado la participación en proyecto ha sido eso, aprender a mirar más allá pero sin perder de vista dónde estoy ahora y como funciona mi entorno.

Me llevo conmigo una forma distinta de hacer las cosas, un paseo por el diálogo orientado (sin caer en el monólogo) aderezado con unos toques de literatura de ocaso, una visión conjunta de la realidad aprendiendo a ubicarla no sólo en pizarra.

Es algo más.

Biotecnología, conclusiones de investigación.

La biotecnología es un sector aplicable a muchos ámbitos, que puede aportar muchas mejoras aplicables a nuestra vida y que además es rentable y proporciona muchos puestos de trabajo. Los países en general están apostando en gran medida por esta ciencia, ya que ven en ella gran parte del futuro próximo en cuanto a desarrollo y beneficio.

En medicina es cierto que la inversión se centra en enfermedades que mayoritariamente conciernen al llamado primer mundo o mundo desarrollado: enfermedades mentales, Alzheimer, cáncer, diabetes….y no se investiga de forma tan profunda en enfermedades que afectan a los países menos desarrollados porque los beneficios son poco atractivos comparándolos con los primeros mencionados. Aunque en agricultura por ejemplo, sabemos que países emergentes están poco a poco sumándose al carro de la biotecnología, en la búsqueda de beneficios. A pesar del debate internacional sobre la comida biotecnológica, en Estados Unidos el gobierno prevé que los agricultores usarán de forma mayoritaria plantas mejoradas genéticamente, en maíz y soja,  por ejemplo habrá un incremento del 13% respecto del año anterior. En otras partes del mundo ocurren hechos parecidos, en Brasil se espera que por fin las semillas genéticamente mejoradas se autoricen tras años de traerlas de contrabando por Argentina. En China más de cinco millones de agricultores usan ya plantas resistentes a los insectos. La adopción de cultivos genéticamente modificados en todo el mundo, en países desarrollados tanto como los que no lo están tanto, es el resultado de cosechas de calidad y beneficios medioambientales que estos cultivos permiten. Su uso ha ido aumentando anualmente y seguirá haciéndolo a medida de que los países conozcan los beneficios que la biotecnología moderna aporta a sus necesidades específicas. En Europa el debate  sobre la aplicación de la agrobiotecnología se ha desarrollado de forma poco sincronizada: por un lado no se han probado los riesgos que preocupaban a los consumidores y por otro estas prácticas positivas no se han llevado  al nivel político para regular el uso de estos nuevos productos. Tanto la OCDE como el G8 en el año 2000 confirmaron que los alimentos provenientes de plantas genéticamente mejoradas no son más peligrosos que los cultivados de forma convencional. En resumen, en Europa no se autoriza la utilización de organismos genéticamente modificados, y esta diferencia legislativa con otros países como por ejemplo EEUU crea una incertidumbre en el mercado a la hora de invertir en las compañías que fabrican estos productos.

En España hay 400 empresas de biotecnología propiamente dichas, o lo que es lo mismo, que realizan inversiones productivas de I+D+I. Y, según señalan los expertos en la materia, funcionan. De hecho y pese a ser un sector relativamente joven (hoy las empresas cumplen una media de 12 años), generan una suculenta facturación, en 2010  superaron los 1.400 millones de euros. Lo más importante, especialmente en los tiempos que corren es que crean empleo. En los últimos diez años han pasado de cerca de 500 empleados a rozar los 6.500 según datos del último informe “relevancia de la biotecnología en España 2011”, realizado por Genoma España. Esta empresa que tiene participación mayoritaria del Ministerio (antes Ciencia y Tecnología, ahora Economía) se dedica a desarrollar políticas y programas a favor de la Innovación, a mejorar los procesos de transferencia de tecnología y conocimiento desde las universidades y centros públicos de investigación hacia las empresas.
Con la crisis económica, tanto la inversión pública como la privada se ha reducido aunque en una medida inferior a la de los otros recortes presupuestarios. La investigación sigue siendo prioritaria para los gobiernos a pesar de las reducciones y el sector cuenta con científicos de prestigio y empresas sólidas y rentables. Pero dada la magnitud de la inversión que requiere, las fuentes de financiación son públicas pero también privadas. Según Rafael Camacho, Director General de Genoma España, rompe una lanza por las empresas de capital riesgo que están apoyando esta industria de forma importante, aunque en España lo hacen aproximadamente por debajo de la media europea en un 50% y esto aun cuando la industria en España represente un 10% de la europea. Los fondos de capital riesgo invierten en sectores donde no lo hace el inversor tradicional, como es el crecimiento y la expansión de las compañías que esperan proporcionen una rentabilidad atractiva. Estos están especializados por sectores, en el de la investigación destaca Janus por ejemplo.
En países como Francia se dan anticipos de crédito fiscal y así las empresas no tienen que esperar a llegar al mercado con el producto y obtener beneficios.
Es decir, el futuro de las empresas de investigación en España, pasa por la internacionalización. Tenemos un gran potencial, podemos ser punteros en el sector, pero nos falta financiación y depender sólo del mercado nacional es complicado dada la fuerte necesidad de inversión. Esto podría mejorar si las empresas españolas se abren hueco fuera de nuestras fronteras, y en este área es fácil ya que sus activos son de interés en empresas para otros países. El área de salud es el que más valor añadido genera, porque cada vez hay más población y más envejecimiento. Por eso, su valor añadido está por encima del 1000 por ciento.

No todas las áreas de mejoras son las económicas, y aunque la búsqueda de financiación es el reto más importante, hay otras vías de progreso en un futuro inmediato que esperan en esta ciencia.
Algunas voces reclaman más apoyo institucional por parte de los gobiernos, no sólo de orden puramente económico sino político. Según Jordi Ibáñez, socio de Accenture, en Cataluña, “una región donde esta industria supone un 8% del PIB y, sin embargo, a la automoción, que supone un 10%, la ponemos entre algodones”. Se podrían articular soluciones fiscales o de algún otro tipo para mitigar los efectos de la crisis que con tantos recortes influyen dramáticamente en la investigación científica
También según expertos del sector, sumadas a las barreras de financiación están las de las patentes. La razón de que estemos por debajo de  países como Bélgica y Holanda está en la rigidez de las entidades reguladoras a la hora de sacar un fármaco. Se necesitan muchos datos y precisión para aprobarlos en un corto plazo, lo que hace que en ocasiones no dé tiempo a recuperar la inversión hecha por la empresa. También en esta línea según Manel Peiró Vicedecano de Esade y profesor en materia sanitaria “las patentes no siempre garantizan un retorno suficiente”. Es decir, la administración debe agilizar los procedimientos que permiten la explotación comercial a la vez que ser vigilantes para que la seguridad jurídica resulte cómoda a los inversores.

En estas conclusiones no podemos dejar de mencionar la vertiente social que también tiene la biotecnología, como son  la ecoalfabetización y  el desarrollo de proyectos de sostenibilidad gracias al descubrimiento de nuevas propiedades de los seres vivos gracias al descubrimiento de  la estructuración del ADN. La evolución en biotecnología significa comprender de qué está hecha la realidad, para conseguir la cura de enfermedades genéticas. La crítica a esto es la utilización que también se hace de esta ciencia en la industria armamentística, donde las armas biológicas son la cara B de lo mencionado en cuanto a avances médicos. 

Teoría del Desarrollo Capitalista, Paul M. Sweezy

Paul M. Sweezy:
Teoría del desarrollo capitalista

Capítulo I: El Método de Marx

El uso de la abstracción: para Marx que era un partidario del método abstracto-deductivo aceptaba el método de las aproximaciones sucesivas que consistía en avanzar paso a paso de lo mas abstracto a los mas concreto, eliminando suposiciones simplificantes en las etapas sucesivas de la investigación.  Aunque existen diferencias entre Marx y los neoclásicos ya que el Principio de Abstracción es por si mismo incapaz de rendir algún conocimiento; las dificultades estriban en la manera de aplicarlo.
Marx pensaba que si hemos de comprender la obra de un hombre de ciencia determinado, debemos, por consiguiente tratar de identificar sus hipótesis clave y descubrir, si es posible, de donde las obtiene y como desarrolla sus implicaciones. Pero el Marxismo mantenía una preocupación y era la sociedad en su conjunto y muy en especialmente el proceso de cambio social.
Como es bien sabido Marx escogió las formas de la relación capital-trabajo que surgen en la esfera de la producción industrial, como la más importante  de la sociedad moderna. Capitalistas y obreros por igual son reducidos a ciertos tipos estándar a los cuales se despoja de toda característica no concerniente a la relación que se examina.

Capítulo II: el problema del valor cuantitativo

Para comenzar con la argumentación de esta cuestión del libro el autor lo titula “Las mercancías”, con la intención de hacer referencia a estas ya que es todo lo que se produce para el cambio mas bien que para el uso del producto.
Su estudio y análisis esta basado en relación económico al cambio. Según el padre de la doctrina Marxista, Carl Marx comienza analizando la “producción simple de mercancías”, el cual se conoce que cada productor posee sus propios medios de producción y satisface sus múltiples necesidades por el cambio con otros productores en situación similar. Para Marx la economía se basa en una tradición que perdura en el tiempo, mientras que Adam Smith entiende la división del trabajo subordinada a cambio, quedando este como causa y origen de la primera. De forma literal “Propensión a traficar, tocar y cambiar” vinculada a la naturaleza humana. De este modo se liga inesperablemente el cambio a la división del trabajo y se le muestra como las columnas unidas que sostienen la sociedad civilizada. También existen problemas en la economía política que tienen un carácter exclusivamente cuantitativo. Para Marx la relación entre producción y división de trabajo  no es algo intangible, pero no lo entiende como una relación tan rígida, ya que  si la segunda es una concesión necesaria para la producción de mercancías, esta será condición necesaria de la división del trabajo.
En su entender niega que la división del trabajo esté obligatoriamente unida al cambio, ya que la producción de mercancías no es la manera universal de vida económica sino una forma histórica condicionada que no puede ser  atendida como una reacción de la naturaleza humana.
Valor de uso: todo tipo de mercancía tiene una doble cara, por un lado el valor de uso y por la otra el valor de cambio. El primero nos indica una cierta relación entre el consumidor y el objetivo a consumir, lo que es llamado “utilidad”. Carl Marx no aceptaba que el valor de uso formara parte de la economía política, ya que él la concebía como una relación entre las relaciones entre personas y dicho valor. Esto no significa que el valor de uso no era jugar ningún papel en la economía política, aunque no como una categoría económica en si misma, es un prerrequisito del consumo.
Valor de cambio: en una sociedad en el que el cambio es un método regular de realizar el propósito de la producción social, es solo en calidad de mercancías como los productos tienen valor de cambio. El valor de cambio aparece con una relación cuantitativa entre cosas, entre las mercancías mismas. En realidad la relación cuantitativa entre cosas no es más que la metamorfosis de la relación social entre propietarios de elementos con los consumidores. Los productores  individuales, trabajando aisladamente cada uno, trabajan en realidad los unos para los otros ya que su trabajo tiene un carácter social que le es impreso por el acto de cambio.
Una mercancía individual posee la calidad social que manifiesta cuantitativamente en el valor de cambio, pero es necesaria la relación entre las mismas. Para Marx una mercancía seria en si un valor de uso u objeto de utilidad, y un valor, así, como valor de uso es un rasgo universal de la existencia humana, presente en cada una y en todas las formas de sociedad.
Trabajo y valor: el requisito de que todas las categorías económicas deben representar relaciones sociales condujo a Marx directamente al trabajo considerado como” el valor que yace oculto detrás del valor de cambio”. El trabajo tiene dos matices, uno que proviene del valor del uso y el otro al valor de la mercancía que produce (a l mercancía se le dará el nombre  de trabajo útil). La actividad productiva, si dejamos de lado su forma especial, no es más que el gasto de fuerza humana de trabajo, gasto productivo de cerebro, nervios y músculos humanos. El valor de una mercancía representa el trabajo humano abstracto, el gasto de trabajo humano en general.
Trabajo abstracto: la explicación de trabajo abstracto, se refiere a “trabajo en general”, es decir, es lo común a toda actividad humana productiva, lo que lleva a cabo la reducción de todo trabajo a un común denominador. El trabajo se convierte en un medio de crear riqueza en general dejando de desarrollarse junto con el individuo en un destino particular. Se puede entender que la reducción de todo trabajo a trabajo abstracto permite ver claramente, detrás de las formas especiales que el trabajo puede adoptar en un momento determinad, una suma de fuerzas de trabajo social que es susceptible de transferencia de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y de cuya magnitud y desarrollo dependen en ultima instancia la capacidad productora de riqueza de la sociedad.
La relación de lo cuantitativo con lo cualitativo en la teoría del valor
La investigación revela  que la mercancía en cuestión tiene de común con todas las demás mercancías el hecho de absorber una parte del total de la fuerza de trabajo disponible en la sociedad. Es característico, lo que hace que la mercancía el punto de partida y la categoría centra de la economía política de los tiempos modernos.
El hecho de que una mercancía sea un valor significa que es trabajo abstracto materializado, o en otras palabras, que ha absorbido una parte del total de la actividad productora de riqueza de la sociedad.
El carácter fetichista de las mercancías: el análisis de las mercancías nos ha conducido a ver en el valor de  cambio una relación entre productores en un sistema determinado de división del trabajo, y en el trabajo particular de los individuos una parte integrante de la suma de fuerza de trabajo de la sociedad. En otras palabras, hemos buscado bajo las formas de organización social para descubrir la sustancia de las relaciones sociales.
En la producción de mercancías la relación básica entre los hombres entre lo hombres” adopta a sus ojos, la fantasía forma de una relación entre las cosas”. Esta materialización de las relaciones sociales es el corazón y la medula de la doctrina del Fetichismo de Marx.

Capítulo III: El problema del valor cuantitativo

1. El primer paso
En toda sociedad es esencial que el trabajo se aplique a la producción y que los productos sean distribuidos entre los miembros de la sociedad. Lo que cambia en el curso de la historia es el modo de organizar y llevar a cabo estas actividades de producción y distribución.
El valor de cambio es un aspecto de las leyes que gobiernan la asignación de la actividad productiva en una sociedad productora de mercancías. Las mercancías se cambian unas por otras en el mercado en ciertas proporciones precisas, y absorben también cierta cantidad precisa de la fuerza de trabajo total disponible en la sociedad. Marx supone que hay relación entre estos dos hechos, y afirma que las mercancías cuya producción requiere un tiempo igual, se cambian sobre la base de uno por uno.
En la determinación del valor no debe tomarse en cuenta más trabajo que el socialmente necesario, es decir, el que se requiere para producir un artículo en las condiciones normales de la producción y con el grado medio de habilidad e intensidad comunes en un momento dado.
En segundo lugar, el trabajo más calificado que el trabajo medio debe tener correlativamente una mayor capacidad de producir valor. Hay dos posibilidades: que el trabajador calificado es más eficiente por una habilidad natural superior, o bien el trabajador calificado es más eficiente por su entrenamiento superior.
En la práctica, las diferencias en pericia pueden ser resultado de una combinación de diferencias en habilidad y diferencias en entrenamiento. Marx, para hacerlo todo más sencillo, reduce el trabajo calificado a trabajo simple, y así, sigue con la idea de que las mercancías se cambian unas por otras en proporción a la cantidad de trabajo socialmente necesario incorporada en cada una.

2. El papel de la competencia.
En este punto se emplea el ejemplo del ciervo y el castor de Adam Smith. Este plantea la existencia de una nación de cazadores donde matar un castor cuesta dos veces el trabajo que cuesta matar un ciervo, de modo que un castor debería valer o cambiarse por dos ciervos. Solo esta proporción de cambio (la de un castor por dos ciervos) constituye una situación estable.
Para ello es necesario que los cazadores estén preparados para dejar la caza de un animal por la del otro y que no existan obstáculos para ese cambio. En otras palabras, deben tener la posibilidad de competir por las ventajas que se le puedan presentar en el curso del cambio, transfiriendo su trabajo de una línea de producción a otra. Por tanto, en una sociedad de producción simple de mercancías, la oferta y la demanda estarán equilibradas sólo cuando el precio de cada mercancía sea proporcional al tiempo de trabajo requerido para producirla, y además, solo en caso de que las fuerzas competidoras de la oferta y la demanda puedan trabajar libremente.

3. El papel de la demanda.
Utilizando el ejemplo anterior, es posible que los castores se utilicen para hacer sombreros de pelo y que los ciervos sean el alimento básico de la comunidad, de modo que casi toda la fuerza de trabajo se emplearía en la caza del ciervo. Para conocer la tanto la proporción del cambio como la distribución del trabajo, es necesario contar con dos clases de información: la información sobre el costo relativo en trabajo, y en segundo lugar, la información sobre la intensidad relativa de la demanda de uno y otro. Así es posible determinar lo que puede llamarse el equilibrio económico general de la sociedad.
En el conjunto de su teoría Marx no le da mucha importancia al papel que juega la demanda al determinar la asignación del trabajo social. La explicación es que bajo el capitalismo, la demanda efectiva es sólo parcialmente una cuestión relativa a las necesidades de los consumidores, ya que dicha demanda, está condicionada por las relaciones mutuas de las distintas clases económicas y sus posiciones económicas relativas. Por tanto, la demanda del mercado está dominada por la distribución del ingreso, y los problemas del valor deben ser abordados por la vía de las relaciones de producción, en lugar de las valoraciones subjetivas de los consumidores.

4. "La ley del valor" vs "Principio de planeación"
La ley del valor, resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías. Esta ley regula las proporciones del cambio de mercancías, la cantidad producida de cada una y la asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la producción. La condición básica para la existencia de una ley del valor es una sociedad de productores privados que satisfagan sus necesidades por el cambio entre ellos. La ley del valor es esencialmente una teoría de equilibrio general, cuya función principal es la de aclarar que en una sociedad productora de mercancías existe el orden. Pero en la medida en que la asignación de la actividad productiva es sometida a un control consciente, la ley del valor pierde su importancia en favor del principio de planeación.
Respecto al valor y el precio de producción, Marx afirma que el precio es tan sólo la expresión monetaria del valor, y los precios de producción son modificaciones de los valores.
En el final de este capítulo hace referencia al precio de monopolio. La introducción de elementos de monopolio en la economía dificulta el funcionamiento de la ley del valor como reguladora de las relaciones cuantitativas de producción y de cambio. El control de la oferta por el monopolista le permite aprovecharse de las condiciones de la demanda, de modo que la demanda adquiere una significación especial, y tanto el precio como la cantidad producida son diferentes de lo que serían en un régimen de competencia.
Finalmente las relaciones de valor cuantitativo son perturbadas por el monopolio, pero las relaciones de valor cualitativo no, y así, la existencia del monopolio en sí misma no altera las relaciones sociales básicas de la producción de mercancías.

Capítulo IV: Plusvalía y capitalismo

Bajo la producción simple de mercancías, cada productor posee y trabaja con sus propios medios de producción, pero en el capitalismo la propiedad de los medios de producción corresponde a un conjunto de individuos mientras que otro realiza el trabajo. La gran diferencia entre las dos, es que en el capitalismo existe la compra y venta de la fuerza de trabajo.
En la producción simple de mercancías el productor vende su producto con el fin de comprar otros productos que satisfagan sus necesidades específicas. Este circuito lo simboliza Marx como M-D-M. Al contrario, en el capitalismo el productor se presenta en el mercado con dinero, compra mercancías (fuerza de trabajo y medios de producción), y tras el proceso de producción, vuelve al mercado con un producto que convierte una vez más en dinero. Este proceso se define como D-M-D. Está claro que sí la D inicial y la D final tienen la misma magnitud, el proceso no tiene sentido, de modo que el único proceso coherente es D-M-D´, donde D´ es mayor que D. A ese incremento de dinero Marx lo llama plusvalía.

El origen de la plusvalía.
Que la fuerza de trabajo sea una mercancía, no quiere decir que el trabajo mismo sea una mercancía. El capitalista toma a salario al obrero para que vaya a la fábrica a hacer el trabajo que se le encomiende. Esto es la compra de la capacidad de trabajo del obrero, es decir, de su fuerza de trabajo. Pero dentro de ésta, no se encuentra el gasto de cerebro y músculo del trabajador (trabajo real), ya que el trabajo es el uso de la fuerza de trabajo. Puesto que la fuerza de trabajo es una mercancía, debe tener un valor, pero, ¿Cómo se determina el valor de esta mercancía? Marx responde a esto diciendo que el valor de la fuerza de trabajo se determina por el tiempo de trabajo necesario para la producción, de modo que el valor de esta fuerza de trabajo se reduce al valor de una cantidad más o menos precisa de mercancías ordinarias.
Cuando el capitalista llega al mercado con dinero y compra maquinaria, materiales y fuerza de trabajo, los combina en el proceso de producción del que sale un volumen de mercancías que son lanzadas al mercado. Marx supone que el capitalista compra lo que compra a sus valores de equilibrio, y vende lo que vende a su valor de equilibrio, pero al final del proceso tiene más dinero que cuando empezó. En algún momento se ha creado más valor o plusvalía. ¿Cómo es posible?
La plusvalía no puede surgir del mero proceso de circulación de mercancías porque si todos pretendieran obtener una ganancia elevando sus precios, el único resultado sería la elevación de los mismos en general, lo que a nadie beneficiaría.
Tampoco los materiales, los edificios y las maquinas que entran en el proceso productivo pueden ser la fuente de la plusvalía. Aunque son físicamente productivos (ya que la mano de obra que trabaja con ellos puede rendir una producción mayor) no debe confundirse con la productividad de valor. No hay razón para suponer que los materiales o la maquinaria puedan transferir finalmente al producto más de lo que ellos contienen. Esto solo deja una posibilidad: que la fuente de trabajo sea la fuente de la plusvalía.
El capitalista compra la fuerza de trabajo en su valor, es decir, paga al obrero como salario una suma correspondiente al valor de los medios de subsistencia del obrero. Suponiendo que este valor de los medios de subsistencia equivale al producto de seis horas de trabajo, y que la jornada diaria del trabajador sea de doce horas, en las últimas seis horas de dicha jornada el obrero continúa agregando valor en exceso del necesario para compensar sus medios de subsistencia. Es en suma plusvalía que el capitalista puede tomar para sí. De este modo la jornada de trabajo puede dividirse en dos partes, trabajo necesario y trabajo excedente.

Los componentes del valor.
El valor de cualquier mercancía producida se puede dividir en tres partes. La primera solo representa el valor de los materiales y maquinaria usados, y como estos no sufren ninguna alteración cuantitativa de su valor, se le llama capital constante (c). La segunda parte es la que restituye el valor de la fuerza de trabajo, y sufre una alteración de su valor porque reproduce el equivalente de su propio valor y produce además un excedente o una plusvalía. A esta segunda parte se la denomina capital variable (v). La tercera parte es la plusvalía misma, que se designa con la letra p.

Se puede formular entonces el valor de una mercancía: c+v+p= valor total. Esta fórmula puede extenderse y cubrir la producción total durante cierto período de una empresa, llegando hasta incluir toda la economía. La fórmula es una versión simplificada de los balances modernos de empresas, donde el valor total equivale a las entradas brutas por ventas, el capital constante al desembolso en materiales más depreciación, el capital variable al desembolso en sueldos y salarios, y la plusvalía al ingreso disponible para su distribución como interés o para su reinversión.

La tasa de la plusvalía.
La fórmula c+v+p constituye la espina dorsal del teoría económica de Marx. De ella se pueden derivar ciertas proporciones. La primera de ellas lleva el nombre de tasa de la plusvalía, que se define como la proporción de la plusvalía con respecto al capital variable y se designa con una p´. Es la forma capitalista de lo que Marx llama la tasa de explotación, es decir, la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario.
La magnitud de la tasa de plusvalía es directamente determinada por tres factores: la duración del día de trabajo, la cantidad de mercancía que entran en el salario real y la productividad del trabajo.
El primero establece el tiempo total que debe dividirse entre el trabajo necesario y el trabajo excedente, y el segundo y tercero juntos determinan cuánto de ese tiempo debe contarse como trabajo necesario. La tasa de plusvalía puede elevarse ya sea por una extensión del día de trabajo, por una rebaja del salario real o por un aumento de la productividad del trabajo, o bien, finalmente, por alguna combinación de las tres operaciones.
Marx trabaja casi siempre con la suposición de que la tasa de la plusvalía es igual en todas las ramas de la industria y en todas las empresas dentro de cada industria. Esta suposición implica ciertas condiciones. Primero debe haber una fuerza de trabajo homogénea, transferible y móvil, y en segundo lugar, cada industria y todas las empresas dentro de cada industria deben emplear exactamente la cantidad de trabajo que sea socialmente necesaria en las circunstancias existentes. En la medida en que esta condición no se satisfaga, algunos productores tendrán una tasa más alta (o más baja) de plusvalía, que el promedio social, y estas diferencias no serán eliminadas por la transferibilidad y movilidad del trabajo entre industrias y empresas.

La composición orgánica del capital.
La segunda proporción que se deriva de la fórmula c+v+p indica la proporción del capital constante con respecto al capital total, y Marx la denomina composición orgánica del capital (c/c+v).
Los factores que determinan la composición orgánica del capital en cualquier tiempo están sujetos a varias influencias causales como la tasa de los salarios reales, la productividad del trabajo, el nivel común de la técnica y la amplitud de la acumulación de capital en el pasado.

La tasa de la ganancia.
La tasa de la ganancia es la proporción de la plusvalía con respecto al desembolso total de capital (p/c+v).
Es preciso indicar algunas cosas con respecto a esta proporción. En primer lugar, identificando directamente la plusvalía con la ganancia, suponemos que no hay que pagar ninguna porción de la plusvalía al propietario en la forma de renta.
En segundo lugar, el capitalista calcula usualmente la tasa de ganancia sobre su inversión total por un período de tiempo dado como por ejemplo un año. Sin embargo la inversión total no es generalmente igual que el capital empleado durante un año, ya que el tiempo de rotación de los distintos elementos de la inversión total varía bastante. Para poner la fórmula de la tasa de ganancia de acuerdo con el concepto de una tasa anual de la ganancia, Marx hace la suposición de que todo capital tiene un idéntico período de rotación de un año. Esto no quiere decir que Marx ignore las cuestiones relacionadas con los períodos variantes de rotación, sino que se sujeta a esta suposición para enfocar la atención en los elementos esenciales de la teoría.
En cuanto a los factores que determinan la tasa de la ganancia, son idénticos a los factores que determinan la tasa de la plusvalía y la composición orgánica del capital. La tasa de la ganancia es una función de la tasa de la plusvalía y de la composición orgánica del capital.
Hay un problema teórico con respecto a la tasa de la ganancia. Si tanto las tasas de la plusvalía como las tasas de la ganancia son iguales en todas partes, se sigue entonces que, si el cambio de mercancías debe realizarse de acuerdo con la ley del valor, la composición orgánica del capital debe ser también la misma en todas partes. Sin embargo, no se puede decir que hay una tendencia a la igualdad en las composiciones orgánicas del capital, porque entre industrias productoras de mercancías diferentes tal tendencia no existe. En este punto, los críticos de Marx, aseguran que la ley del valor no ejerce un control directo en el mundo real de la producción capitalista.

Capítulo V: La acumulación y el ejército de reserva.
Sweezy dice que la máxima pretensión del capitalista es ampliar su capital mediante un proceso de expansión del valor.  Pero para acrecentar la riqueza, este proceso no conlleva ampliar su capital sin más, sin consumir lo que se denominan bienes de lujo. Por ello, aunque el capitalista tendrá ciertos rasgos que comparte con el avaro, esta variante del consumo de productos de lujo les diferencia. Como fórmula de expansión del valor, Sweezy nos propone la D-M-D’  (Dinero-Mercancía-Dinero’) para el capitalista. Es decir, ya no hay intercambio de mercancías para el capitalista, ni si quiera el intercambio de una mercancía por dinero, y luego de este dinero por una mercancía. Sino que el capitalista pone su dinero para obtener una mercancía, y esta la utilizará para obtener un dinero mayor. Esto lo realizará mediante la compra de medios de producción que aumenten la producción de su negocio, o mediante la especulación.
Por  otro lado, Sweezy se detiene a hacer un análisis de porqué los salarios, que son la mercancía fuerza de trabajo, no responden a las leyes del mercado, que ajustan los precios de los demás productos. Ante esta cuestión, Ricardo desarrollo su teoría demográfica de ajuste de salarios. Por ella, el precio del trabajo tiene un precio natural y un precio de mercado.  Este precio natural consistiría en el precio necesario para que los trabajadores puedan subsistir. Si los salarios aumentaran demasiado, la población crecería, habiendo mas oferta y por tanto los salarios se estabilizarían. Y así en el sentido opuesto.
Marx, aunque no dedicó específicamente alguna investigación al respecto de esta relación, si lo mencionó en numerosas ocasiones, mostrando su importancia. Marx habla a este respecto del denominado ejército de reserva. Este estará compuesto por trabajadores demandantes de empleo en un determinado sector, los denominados parados. Cuanto menor sea el ejército de reserva, más asalariados habrá empleados y por tanto, los salarios irán aumentando. En este sentido, las crisis funcionan como un mecanismo capitalista para reconstruir el ejército de reserva cada vez que este se ve reducido a proporciones peligrosamente pequeñas. Sweezy concluye que, por tanto, no podría existir capitalismo sin crisis.

Como apoyo a esta teoría de Marx y que pone en evidencia que Ricardo, aunque se acercaba, erró en algunas de sus conclusiones, está el colapso de la teoría económica clásica de finales del siglo XIX. Hacía 1870 hubo una gran reducción de la natalidad, pero esto no produjo un aumento de los salarios, sino, contra toda expectativa, estos comenzaron a bajar. Marx evita esta paradoja con su teoría del ejército de reserva. Junto con esto, Sweezy  también destaca el papel de las nuevas tecnologías que, aplicadas a la industria, aumenta la producción y reducen los costes. En contra de lo que los economistas clásicos opinaban sobre la fortuitidad en la aparición de nuevas tecnologías, Sweezy las sitúa como una condición necesaria para prolongar la producción capitalista, ya que la innovación provoca una suerte de monopolio temporal, que se convierte en la fuente de ganancia del empresario.

Capítulo VI: La tendencia descendente de la tasa de ganancia.
La acumulación de capital va acompañada por una mecanización progresiva del proceso de producción, lo cual, visto desde cierta perspectiva, supone un crecimiento continuo de la productividad; desde otro punto de vista quiere decir que la composición orgánica del capital también sigue un crecimiento sostenido.
De ello derivó Marx su “ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia”. Con ella intentaba demostrar que ciertos obstáculos internos se oponían al desarrollo indefinido de la producción capitalista. Por una parte, una composición orgánica ascendente del capital es la expresión de la creciente productividad del trabajo; por otra parte, la tasa descendente de la ganancia que la acompaña tiene que cerrar al fin los cauces de la iniciativa capitalista.

Marx enumera seis “causas contrarrestantes” que contrarrestan y anulan la ley general de la tasa descendente de las ganancias, dejándole tan solo el carácter de una tendencia:
                          - Abaratamiento de los elementos del capital constante.
                          - Aumento de la intensidad de explotación.
                          - Depresión de los salarios por debajo de su valor.
                          - Sobrepoblación relativa.
                          - Comercio exterior.

Existen otras fuerzas, además de las mencionadas hasta ahora, que son importantes a este respecto. Tales fuerzas pueden ser clasificadas en aquellas que tienden a deprimir la tasa de la ganancia y aquellas que tienden a elevarla. Entre las fuerzas tendientes a deprimir la tasa de ganancia podemos mencionar, 1) los sindicatos, y 2) la acción del Estado en beneficio de los trabajadores; entre las fuerzas tendientes a elevar la tasa de ganancia podemos mencionar, 3) las organizaciones patronales, 4) la exportación del capital, 5) la formación de monopolios, y 6) la acción del Estado en beneficio del capital. Esta enumeración puede servir para demostrar que una gran variedad de fuerzas dispares y aparentemente sin relación unas con otras tienen un foco común en sus efectos sobre la tasa de ganancia.
Si es correcta la opinión marxista de que los movimientos en la tasa de ganancia dominan finalmente el funcionamiento del sistema capitalista, nos provee de un principio unificador de primera importancia. En el análisis del capitalismo todo debe ser cuidadosamente examinado y probado por su influencia sobre la tasa de ganancia. Hecho esto, la economía política se convierte en un instrumento de comprensión más coherente y poderoso.

Capítulo VIII: La naturaleza de las crisis capitalistas.
Las crisis son fenómenos muy complicados, por eso Marx no los desarrolla, aunque habla de ellas con frecuencia.
Lo más corriente es la crisis de sobreproducción, aunque puede ser una causa de crisis, habría que examinarlo bajo el prisma del resultado de la crisis para entender más a fondo: ¿por qué no se compró?
Ley de Say: a una venta le sigue una compra por la misma cantidad, no se interrumpe circulación. El  inversor capitalista se mueve y mueve su inversión buscando rentabilidad, cuando ésta deja una producción determinada y   la inversión se coloca por debajo del interés nominal, deja de ser interesante y el inversor retira su dinero, prefiere tenerlo en liquidez, esto lleva a la crisis. Dos tipos de capitalistas: empresarios e inversores.
Conclusión: “la crisis capitalista es una interrupción del proceso de la  circulación provocada por un descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario.” P160

Capítulo IX: Las crisis relacionadas con la tendencia descendiente de la tasa de ganancia.
Marx explicaba cómo afecta el aumento de algún factor en la cadena de producción, especialmente los salarios aunque podría ser también el valor de las materias primas, hacen bajar el beneficio del capitalista. Y sobre todo explica y en esto están de acuerdo pensadores no marxistas también que la crisis es una fase más del ciclo económico capitalista, que permite un posterior relanzamiento y resurgimiento de las ganancias del capital. Con la diferencia de que para Marx estas crisis benefician al capitalismo. Y en cambio, para los teóricos capitalistas no es más que una fase más.


Roberto Díaz Martín
Iñaki Sánchez Lombardo
Jose Antonio Romay Pérez
Myriam Soriano
Pedro José Pérez Cruzado

El mecanismo de la investigación científica.

El conocimiento siempre se inicia a partir de los hechos, a partir de la observación de los mismos, ésta es la primera etapa de la investigación.
Cualquier observación es ya en sí misma un principio de análisis, lleva consigo una selección, comparaciones, deducciones, etc.
La tarea de la investigación científica consiste en descubrir, tras la apariencia de los fenómenos, su verdadera esencia, en comprender la relación interna que existe entre ellos y conocer las leyes de su nacimiento y desarrollo.
Una vez hecho esto es necesario encajar los resultados obtenidos en un esquema coherente, en una visión, en el cual se puedan llenar las lagunas de la investigación con supuestos hipotéticos más o menos justificados.
La segunda etapa del trabajo científico consiste en formular una hipótesis que explique el conjunto de los hechos de forma lógica y coherente. En esta segunda etapa es fundamental la fantasía, es decir, la capacidad del pensamiento para crear mentalmente imágenes subjetivas distintas de aquellas observadas en la realidad, así como la intuición, gracias a la cual el pensamiento analiza únicamente las versiones mentales, fantásticas, más verosímiles o más racionales.
La tercera etapa del trabajo científico consiste en comprobar que las hipótesis formuladas corresponden a la realidad de los hechos.La rigurosa comprobación de las hipótesis, bien mediante observaciones posteriores, bien mediante todo tipo de experimentos, constituye el trabajo de esta etapa.Un fuerte espíritu crítico y autocrítico es la cualidad esencial requerida en esta etapa del trabajo científico.
La cuarta y última etapa consiste en modificar o sustituir las hipótesis anteriormente formuladas con los resultados de la comprobación realizada anteriormente.

La elaboración teórica, conceptualización de los fenómenos y formulación de relaciones hipotéticas verificables, y la observación de los hechos, análisis, se complementan mutuamente, pero no coinciden, y ninguna de ellas puede sustituir a la otra. La ciencia nunca puede reducirse a la pura teoría abstracta, ni a la pura investigación empírica.
Es importante señalar también que los hechos siempre constituyen la base de una elaboración teórica, pero el hombre, en el momento de iniciar una investigación, y mucho antes de que se haya iniciado la formulación teórica, posee un bagaje de conocimientos y observaciones empíricas, constituido de forma más o menos espontánea.
El hecho de dedicarse a una investigación concreta presupone ya un cierto interés teórico, el plantearse un problema constituye una suposición primaria y por tanto una primera formulación teórica que es la que inicia la verdadera investigación, consciente y razonada.
El trabajo de un estudioso aislado está siempre integrado en el seno de la actividad investigadora colectiva, social, humana. En efecto, el investigador individual, para su trabajo, utiliza no sólo los hechos observados, descubiertos y analizados por él mismo, sino también los hechos observados por otros. Lo mismo hace con las hipótesis formuladas por otros investigadores (…).
De todas estas características del proceso de conocimiento se derivan dos importantes consecuencias de orden práctico.La condición esencial para poder utilizar los resultados de las investigaciones hechas por otros es que por nuestra parte hayamos ya iniciado una elaboración propia. Precisamente por esta razón las instituciones encargadas de preparar a las generaciones intelectuales futuras deberían tener como objeto enseñar a los jóvenes a pensar y dejarse de abotargar su mente con hechos y nociones.La segunda consecuencia se deriva del hecho de que no sólo las concepciones y las ideas evolucionan históricamente, sino que también lo hacen los conceptos que las expresan. Por ello, todo investigador debe crear por sí mismo el aparato conceptual que necesita.

Así pues: Toda ciencia tiene un objeto de investigación concreto; utiliza un determinado método de investigación y potencia una determinada visión de la realidad.

Música y Sociedad I


Nuestra generación ha intentado durante mucho tiempo adaptar sus pasos al momento histórico que vivimos. Siempre hemos estado ahí, luchando por lo que hemos creído justo, ganando unas veces, perdiendo la mayoría, pero sin ceder ni dar nunca un paso atrás. No somos rebeldes sin causa. Se nos pidió que crecieramos conforme a lo que dictaba el sistema, nos preparamos para un futuro lleno de promesas y esperanzas...pero ese mañana por el que tanto hemos trabajado nunca se hará realidad. Creímos lo que no debimos creer. Entonces sólo fue cuestión de tiempo recorrer las calles hasta el amanecer con tal de escapar del control que nos asfixia. Es cuestión de tiempo ya que la cuenta atrás no se puede parar. Seremos fugitivos, pero nunca dejaremos de soñar. Mientras no podamos vivir sobreviviremos con lo que quede ahí fuera hasta que por fin apaguemos el motor que mantiene esta vieja máquina en funcionamiento.
Nos hemos arrastrado, hemos creído mentiras, pero no volverá a suceder. Somos el óxido de vuestros engranajes y os pararemos, porque vuestro cielo ya no es azul, pero el de nuestro nuevo amanecer si, y nos arrastraremos sobre vosotros.

¿Qué es una concepción del mundo?

Una concepción del mundo no es un saber, no es un conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia positiva. Es una serie de principios que dan la razón de la conducta de un sujeto. Una buena parte de la vida cotidiana puede interpretarse en términos de principios o creencias muchas veces implícitas, insconscientes en el sujeto que obra o reacciona.
Frecuentemente, esos principios o creencias inspiradores de la conducta cotidiana están explícitos en la cultura de la sociedad en la que vive. Esa cultura contiene por lo común un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida, así como un código de estimaciones de la conducta. La parte contemplativa o teórica de la concepción del mundo está íntimamene relacionada con la parte práctiva, con el código o sistema de juicios de valor, a través de cuestiones como la existencia o inexistencia de un principio ideal o espiritual que sea causa del mundo.
La existencia de una formulación explícita de la concepción del mundo en la cultura de una sociedad no permite averiguar cúal es la concepción del mundo realmente activa en esa sociedad, pues el carácter de sobre-estructura que tiene la concepción del mundo no consiste en ser un mecánico reflejo, ingenuo y directo, de la realidad social y natural vivida.
Para aclarar el papel de la concepción del mundo respecto del conocimiento científico-positivo es necesario atender a los aspectos formales de ambas. Las concepciones del mundo suelen presentar unas puntas muy concentradas y conscientes, en forma de credo religioso o moral, o de sistema filosófico. Sin embargo, la filosofía sistemática se vio arrebatar un campo tras otro por las ciencias positivas, y acabó por intentar salvar su sustantividad en un repertorio de supuestas verdades superiores a las de toda ciencia. En los casos más ambiciosos, la filosofía presenta más o menos abiertamente la pretensión de dar de sí por razonamiento el contenido de las ciencas positivas. En este caso, la concepción del mundo quiere ser un saber, conocimiento real del mundo con la misma positividad que el de la ciencia.
Esta pretensión puede considerarse definitivamente fracasada hacia mediados del siglo XIX con la disgregación del ambicioso sistema filosófico de Hegel. La causa principal de su fracaso es la definitiva y consciente constitución del conocimiento científico-positivo durante la Edad Moderna. Este es un conocimiento caracterizado por su intersubjetividad, y prácticamente por su capacidad de posibilitar previsiones exactas. Las tesis de la vieja filosofía sistemática, de los dogmas religiosos y de las concepciones del mundo carecen de esos rasgos. Y como esos rasgos dan al hombre una seguridad y un rendimiento considerables, el conocimiento que los posee, el científico-positivo, va destronando, como conocimiento de las cosas del mundo, al pensamiento de la filosofía sistemática tradicional.
El que las concepciones del mundo carezcan de aquellos dos rasgos característicos del conocimiento positivo no es cosa accidental sino necesaria. La concepción del mundo contiene esencialmente afirmaciones sobre cuestiones no resolubres por los métodos decisorios del conocimiento positivo, que son la verificación o falsificación empíricas y la argumentación analítica. Esto no quiere decir que el conocimiento positivo no abone una determinada concepción del mundo más que otra, pero abonar no es lo mismo que aprobar en sentido positivo.

lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Qué es la ciencia?

¿De que manera podemos aproximarnos al mundo que nos rodea, observarlo, comprenderlo, conocerlo y después alejarnos de él para realizar un ejercicio de abstracción y, con esa realidad aprehendida, desarrollar herramientas que nos permitan modificarla? Los procesos de desarrollo de la actividad científica no pueden ser ni tan idealistas ni, por ende, tan pautados.

Si bien es cierto que la lectura ofrece una aproximación a las relaciones que se establecen entre los fenómenos y la realidad, pero con una pretendida objetividad que no es tal, salvo que demos por buena la relación de materialista = objetivo. La realidad siempre es más compleja que el resultado de nuestro conocimento o de nuestra acción.

Es esta complejidad la que nos lleva a plantearnos la interconexión más profunda que existe entre conocimiento y acción y la que nos demuestra que es un error pautar los procesos de estudio de la realidad. Nosotros somos elementos de esa realidad que pretendemos conocer, pero que a la vez modificamos con nuestra propia acción cognoscitiva y de modificación de la misma.

No podemos, por tanto, realizar una disección aséptica de la realidad. Siempre existirá un flujo subjetivo ya que nuestro análisis, por individual que sea, se lleva a cabo dentro de un plantemiento social.